El sistema nervioso vegetativo

MECANISMO DE TRANSMISION NERVIOSA

El funcionamiento normal de la transmisión nerviosa depende fundamentalmente de la capacidad funcional de la bomba sodio potasio del sistema, que establece un estado de despolarización y repolarización permanente.

Las células tienen en sus membranas una bomba de sodio-potasio que se activa cuando llega el estímulo nervioso a la célula, penetrando a través de la membrana los iones y provocando la despolarización de la célula. Poco después, a través de los cambios de flujo de estos iones, vuelven a su estado de reposo o repolarización.

A través de estas reacciones electroquímicas es como se produce la conducción nerviosa. Imaginemos que cada célula del cuerpo es equivalente a una pequeña batería, con un potencial que oscila entre los 40-90 milivoltios. Cuando la célula recibe un estímulo, el potencial de membrana cae, se despolariza. Y si el funcionamiento es el correcto la célula tiene la capacidad de recuperarse, es decir, de repolarizarse.

Cuando estímulos frecuentes o intensos alteran este mecanismo se trastorna el funcionamiento de la bomba de sodio-potasio, provocando que la célula no sea capaz de responder al estímulo nervioso. Quedándose así en un estado de despolarización permanente que ocasiona una falta de respuesta celular y produce campos de interferencia que, poco a poco, irán debilitando todo el organismo hasta causar cambios patológicos.

LA PROCAINA SE UTILIZA PARA RESTABLECER LA CONDUCCIÓN NERVIOSA PERDIDA

Los anestésicos locales poseen un potencial eléctrico de 290 milivoltios y al entrar en contacto con la membrana celular la hiperpolarizan, produciendo así lo que se conoce como bloqueo anódico. Un “bloqueo” donde, una vez pasado el efecto de la anestesia, la célula regresa a su potencial anterior y permite restablecer la conducción nerviosa, pues se produce la estabilización del potencial de membrana de las células afectadas.

Las membranas celulares son unas capas delgadas de grasa y proteínas que rodean el cuerpo celular, y la procaína puede pasar a través de las membranas dañadas de las células enfermas.

La procaína aumenta el consumo celular de oxígeno y provee de nutrientes que ayudan a la célula dañada a repararse o renovar sus membranas. Esta regeneración ayuda a normalizar el balance químico en la célula y acelera las reacciones químicas dentro de ella. Es decir, que el nivel del ADN en las células se eleva y las proteínas se fabrican más rápidamente. Como resultado de todo esto, las funciones celulares mejoran y los síntomas de la enfermedad empiezan a aliviarse.

En conclusión, la procaína es un anestésico local que a través de microdosis, estabiliza el potencial de membrana de las células que han sido dañadas. Llegamos a la conclusión de que utilizando la terapia neural ayudamos a restablecer la conducción nerviosa para que el organismo se pueda reparar por sí mismo, lo que Payán denominó“AUTOECOORGANIZACION”.