Hace unas semanas leí en un periódico un estudio que decía que el 35% de los españoles viaja debido a su empleo, y lo primero que pensé fue que yo estaba dentro de ese tanto por ciento.

Cuando hablo de mi día a día, mucha gente me pregunta que porque viajo tanto, qué que hay detrás de todo ello. En este momento se me pasan muchas cosas por la cabeza.

Solo durante el mes de Noviembre, he estado de visita por Madrid, Sofía, Bucarest, Montreal, Dubái, París, Porto, Coímbra y Bilbao, al mismo tiempo que he impartido cursos en Barcelona y compaginando todo esto con trabajar en mi Clínica. En una palabra: agotador. En tres, agotador pero increíble.

Pero… ¿porqué todo esto? Tengo la gran suerte de que mi trabajo es mi pasión y, además, me da momentos de gran felicidad. Y viajar, añade un valor añadido a este:

Viajar me da la posibilidad de aprender. Aprender la lengua, la cultura, la tradición, la belleza, las formas de trabajar de cada país que visito y de mejorar mi técnica.

Viajar me ayuda abrir la mente. Viajar es conocer nueva gente, hacer grandes amigos en cada rincón del planeta con los que vives y disfrutas de experiencias únicas.

Viajar me aporta grandes emociones. Emociones que hacen que todo, el agotamiento y el cansancio se diluyan.

Quiero agradecer a todas las personas que hacen posible que mi trabajo siga siendo mi pasión, que me ofrecen estas oportunidades que me enseñan tanto de todo, que me ayudan a obtener un mayor prestigio, que me hacer ser mejor profesional, pero sobretodo…mejor persona.